Se cuenta que en un pueblo del interior, un grupo de personas se divertían con el idiota de la aldea. Un pobre infeliz que vivía de chapuces y limosnas.
Diariamente ellos llamaban al idiota al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una grande de 4 reales y otra menor, de 20 reales. Él siempre escogía la mayor y menos valiosa, lo que era motivo de risa para todos.